Una lucha de supervivencia entre simios y hombres
Después de ese notable y exitoso reboot con alma intimista denominado ‘El origen del planeta de los simios’ (2011) de Rupert Wyatt, estaba cantado que los hechos ocurridos al final del primer filme darían pie a una secuela de altas proporciones.
No en vano la franquicia pasó a las manos de Matt Reeves, realizador de la estimulante ‘Monstruoso’ (2008). Aunque es cierto que el director pretende imponer su ley detrás de las cámaras, también es verdad que mantiene el tono y al igual que su anterior entrega intenta cavar más hondo, darle más calado al relato e intentando dar un paso más que cualquier otro taquillazo veraniego.
La historia arranca diez años después de lo sucedido en la primera entrega tras la rebelión simia y la posterior liberación del virus mortal que acaba con gran parte de la humanidad. Nos encontramos en futuro distópico donde los humanos están al borde de la extinción, viviendo en condiciones terriblemente desfavorables producidas por la falta de recursos naturales y tecnológicos.
Un conflicto mil veces vivido
Los simios, por su parte, intentan sobrevivir en un entorno salvaje donde se sienten realmente cómodos: cazan, se comunican, crean sus propias leyes, aprenden y se respetan cuál tribu indígena cualquiera. Además están liderados sabiamente por Cesar, su particular hominido-parlante. Es decir, han creado un sistema político-educativo-social que les funciona y que les permite crecer en libertad pero siempre estando alerta y con el miedo latente a cruzarse con aquellos que una vez dominaron el planeta: los hombres.
Y obviamente esa búsqueda de recursos hace que ambas razas se encuentren y como no… colisionen. Un conflicto entre clanes donde la analogía es de cajón, y es que tanto los humanos como los simios del filme bien podrían representar a cualquier estado bélico o pre-bélico en el actual orden mundial (Sin ir más lejos, las matanzas que ocurren diariamente en la Franja de Gaza). El filme no escapa de esa realidad lanzando una crítica severa proponiendo una llamada a la paz y el entendimiento entre pueblos, sean de la raza que sean.
Dos métodos para un mismo propósito: sobrevivir
‘El amanecer del planeta de los simios’ no deja de formar parte del show-business de Hollywood y tiene sus correspondientes dosis de acción evasiva y espectáculo de entretenimiento (muy cercanos a vídeo-juegos bélicos o post-apocalipticos de next-gen). Sin embargo los momentos más interesantes e intensos de la cinta se aprecian en el debate moral al que se ve sometido un Cesar cada vez más humanizado y contrariado ante una compleja lucha por la protección y el bienestar de lo suyos. Precisamente bajo esa perspectiva humana sabe que por el bien de todos debe haber concordia entre ellos y es que simios y humanos se asemejan más de lo que parece.
Todo se complica con la existencia de un segundo líder de la manada, el astuto Koba, que también fue criado en cautividad y torturado por los hombres en el pasado. Filtra ese odio acumulado para utilizar métodos muy humanos para sublevarse y conseguir cada vez más poder, aún a costa de sacrificar algún aliado, con el fin de deshacerse del hombre y sucederle definitivamente como raza dominante del planeta.
Ambos simios líderes revolucionarios están unidos por el instinto de supervivencia, pero cuando entra el contrapunto racional se alejan definitivamente, con las consecuencias catastróficas que conlleva.
Sus ideologías contrapuestas representan dos modelos de hacer política: la de Koba, que se basa en la confrontación, el sometimiento y el miedo contra el estilo de Cesar que apuesta por el bien común, el entendimiento y la comunicación. En este sentido es inevitable acordarse de los Snowball y Napoleón, protagonistas porcinos de ‘Rebelión en la Granja’ la magnífica obra literaria (y adaptada tantas veces en cine) de George Orwell.
Intérpretes a la sombra del gran Andy Serkis
Los actores de la película cumplen sin más: Gary Oldman (‘El topo’) cede el protagonismo al bonachón de Jason Clark (‘El gran Gatsby’). Ambos llevan la voz cantante en ese grupo de hombres cada vez más desesperados y hasta cierto punto “asilvestrados”. Es cierto que añoramos el personaje de James Franco, aunque también es verdad que su participación en esta trama hubiera sido del todo innecesaria.
Pero una vez más tenemos que destacar al señor Andy Serkis, en el papel de Cesar, que si bien no sorprende tanto como en su primera entrega (ya nos hemos acostumbrado a su capacidad gestual), vemos como el personaje se convierte en padre de familia, ha madurado y evoluciona ante los nuevos conflictos donde lo racional y emocional están en primera línea de fuego (esa mirada perdida y nostálgica). También sobresale Toby Kebbell en el papel del simio Koba, un personaje tan fundamental cómo rutinario pero que ofrece el contrapeso ideal al protagonista.
Comentario aparte merecen los chicos de WETA Digital que se superan en cada filme que participan (‘ESDLA’,’King Kong’, ‘El Hobbit’). Visualmente la cinta es una gozada (aunque no existe un abuso evidente del CGI, o por lo menos no lo parece) los simios están recreados al detalle y son tan creíbles y realistas que cuesta creer que sean digitales. Incluso por momentos llegan a ser más expresivos que algunos de los humanos más secundarios.
Una revolución con más corazón que músculo
Quizás ‘El amanecer del planeta de los simios’ contenga algunos clichés del género y pueda parecer predecible en algunos aspectos, pero a simple vista engaña, ya que invita más a la reflexión de lo que podía parecer al principio. De hecho Matt Reeves no sólo nos ofrece el típico mensaje batalla bien-contra-el-mal o hombre-contra-la-naturaleza que nos han vendido tantas veces desde el otro lado del charco (sin ir más lejos en la carísima ‘Avatar’).
Estamos ante una digna secuela bastante equilibrada que va más allá de lo técnico y donde las emociones también juegan su papel fundamental para esta franquicia recuperada para el cine. ¿Qué más nos queda por ver? y…¿Qué opinaría el señor Charlton Heston de ella?
Mi puntuación: 7