Drive. Opinión

 

Drive

Varias motivaciones son las que llevan a cualquier cinéfilo a cruzarse con un filme como ‘Drive’. Por un lado saber que no ha dejado indiferente a nadie que la ha visto y que se agrupan en número tanto los que la consideran obra maestra indiscutible como aquellos que la consideran un farol pretencioso.

También llama en consideración el que en algunos círculos se la vea como una película “engañosa”, en el sentido que por argumento puede parecer la típica película de persecuciones de coches, pero existan demasiados “outputs” que apunten a lo contrario: desde su cuidada banda sonora (compuesta a base de sintetizadores ochenteros por parte de Cliff Martínez, ex-bateria del grupo Red Hot Chilli Peppers) hasta un cartel en el que la mirada preocupada de Ryan Gosling al volante ya despierta curiosidad. Ante estas premisas, caemos encantados en la trampa. A partir de este punto lo mejor es informarse lo mínimo (para no agigantar “el hype”), comprarse una entrada y visionarla.

Bajo estas condiciones arranca ‘Drive’, un mensaje que también nos lanza su director: el danés Nicolas Winding Refn (el auténtico conductor) invitándonos a acompañarle a un viaje donde no sé sabe hacia donde se va, ni se pregunta, porque él dicta las normas. En un intenso ejercicio de estilo, que ya había mostrado en el pasado en su trilogía danesa ‘Pusher’, la aventura vikinga ‘Valhalla Rising’ y la británica ‘Bronson’, improntas de un realizador muy dado a jugar con lo visual, como elemento vitamínico de su cine.

 

Drive

Un cóctel de géneros y referencias

Y al igual que otros cineastas contemporáneos (Quentin Tarantino, Guy Ritchie) se erige como creador de jugosas ensaladas de géneros, bebiendo de cineastas de raza como Michael Mann (‘Collateral’), Walter Hill (‘The Warriors’), Sam Pekimpah (‘La huida’), Martin Scorese (‘Taxi driver’) o David Cronenberg (‘Una historia de violencia’). Y es que ‘Drive’ acaricia el cine negro, los filmes de acción automovilística ‘serie B’ ochentera, el western urbano o incluso toca con gusto matices del código de honor del cine samurai, convirtiéndose en un “L.A. neon noir” muy especial. Dotada de un romanticismo amargo, además de unas impecables escenas de acción (atención a las dos persecuciones) y un suspense que va “in crescendo” hasta su estallido, en definitiva: un relato sencillo, sombrío y perturbador.

No en vano, el silencioso protagonista (el conductor), en la piel de Ryan Gosling (‘Crazy, Stupid love’) se convierte en el hilo por el que se sostiene la trama, un personaje sin nombre, especialista de cine y mecánico de día, conductor de fugas de noche y del que se obvia un oscuro pasado. Es en el momento que conoce a su vecina, la inocente Irene (Carey Mulligan) y a su hijo, cuando su historia dará un vuelco, sobretodo en el momento que descubre que su marido ex-convicto tiene deudas con la mafia. Un arque-típico anti-héroe, que en manos equivocadas podía haber caído en la caricatura, pero que el protagonista de ‘The Believer’ lo convierte en un icono moderno, un nuevo Travis Bickle, un ronin urbano, gracias a una actuación comedida, que maneja con astucia y sobriedad.

 

Drive

Fábula urbana con un reparto impecable y un guión simple

Una de las imágenes que se quedan en la retina del espectador es la de la chaqueta del conductor, con el dibujo de un escorpión dorado bordado en la espalda, simbolizando de manera obvia la naturaleza del personaje, y un ineludible destino hacia la brutalidad y el homicidio. No es casual la referencia que en un momento del filme se cite la famosa fábula del escorpión y la rana. Estos arácnidos simbolizan la condición de la película, donde no existen las medias tintas, y nos hace avanzar poco a poco sin enmarañarse, sin prisa pero sin pausa, para finalmente aguijonearnos hasta dejarnos sin aliento.

Sin embargo la cinta también nos deja una historia que deambula en la simplicidad, cae premeditadamente en tópicos de género, dejándose llevar en volandas por unos personajes (tanto principales como secundarios) poderosos encarnados por actores en estado de gracia. Hablamos de intérpretes de la talla de Ryan Gosling, Carey Mulligan, Albert Brooks, Ron Perlman (‘Sons of Anarchy’), Christina Hendricks (‘Mad Men’) y Bryan Cranston (‘Breaking Bad’), que aportan dosis de talento en forma de registro interpretativo tapando carencias de la cinta.

Ente ellas una inverosímil historia de amor platónico, compuesta a base de miradas y silencios, que si bien funcionan en el cine oriental con directores como Wong Kar Wai (‘Desando amar’), aquí se nos antoja como una frivolidad, hecha con elegancia y gusto, pero (a pesar del esfuerzo del los intérpretes) lejos de ser creíble.

Drive
“Si conduzco para ti, tú me dices dónde y cuándo y yo te doy cinco minutos. Durante esos cinco minutos soy tuyo, pase lo que pase. No miro lo que haces, ni tampoco llevo pistola. Sólo conduzco.”

‘Drive’ de Winding Refn será de culto en poco tiempo

Dicho esto cabe decir, que en lineas generales sus deficiencias son anécdotas, en cierto modo lógicas teniendo en cuenta el tipo de producto entre manos, dado que ‘Drive’ no se conforma con ser simple cine de entretenimiento, sino que se esfuerza en ser elegante y trascendente.

La película gana enteros en un potente tercer acto, donde después de desarbolar a todos sus personajes, la trama avanza paulatinamente a un callejón sin salida, y se desata la cadena de crimen y castigo, con escenas crudas e hiperviolentas donde por fin se muestran las cartas sobre la mesa. Y el forajido (a lomos de su Chevrolet) busca su propia redención desatando la bestia interior de la forma más cruel y vengativa, y es que… no lo puede evitar, es su naturaleza.

El tiempo siempre es soberano, pero nos atrevemos a señalar a ‘Drive’ como una de las próximas cintas de referencia , una futura “cult movie que todo cinéfilo querrá en su filmoteca, debido en gran medida a la labor de Ryan Gosling, que ha encarnado a un anti-heroe atemporal y sobretodo gracias a la valentía su realizador Nicolas Winding Refn.

Básicamente por querer llamar la atención al volante y guiándonos temerariamente a por una carretera peligrosa, acelerando en los giros, y arriesgándose a salirse por la cuneta mezclando géneros, homenajeando y a la vez marcando un estilo propio. Desafiando las normas no escritas del cine, que señalan que el arte y el talento no están reñidos con el espectáculo y el recreo, en esta primera (y esperemos no sea la última) su incursión en Hollywood.

 

Mi puntuación: 8,5

 

 

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