Intocable. Opinión

 

El fenómeno de ‘Intocable’ (‘Intouchables’) no es casual y se demuestra en datos: más de 18 millones de espectadores en Francia, diez semanas consecutivas como número uno en taquilla y siendo uno de los films más rentables en la historia del país vecino. A día de hoy su recaudación es superior a los 300 millones de dólares a nivel mundial, convirtiéndose en la cinta de habla no inglesa más taquillera de la historia del cine.

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Un baile de cifras que acaban por constatar la auténtica bonanza del cine francés en los últimos años. Destacando en un género que se les da especialmente bien como la comedia: filmes como ‘Bienvenidos al Norte’, ‘El primer día del resto de nuestras vidas’, ‘Pequeñas mentiras sin importancia’, ‘El concierto’ y fundamentalmente ‘The artist’ como máximo exponente del cine galo, consiguiendo los premios cinematográficos más importantes del panorama internacional y demostrando que en Europa también se hace cine con talento y calidad que sabe llegar a un amplio público. 

Centrémonos en el film en cuestión. Basado hechos reales, se centra en la historia de dos personajes opuestos:  Phillippe (François Cluzet), un aristócrata amante del arte clásico y la poesía, que queda tetrapléjico tras un accidente en parapente y su asistente, Driss (Omar Sy), un inmigrante senegalés ex-convicto, aficionado al funk que habita en las viviendas públicas de los suburbios de Paris.

Lo que a priori parece ser una relación imposible, se convierte en imprescindible y complementaria, en parte gracias al trato interesado de igual a igual entre ambos, y sobretodo a una amistad creciente en base a la negativa a compadecerse mutuamente. Y es qué los extremos se tocan: uno golpeado por las circunstancias de una condición de diversidad funcional y el otro víctima de la desigualdad social. Sin embargo ambos comparten la misma discriminación de un mundo que les rodea y margina.

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 ¿Cuáles son las claves del éxito de ‘Intocable’? 

Desde un principio la química es la base de todo. Con una escena inicial que atrapa y deja evidente la sintonía y compenetración entre intérpretes. El impecable trabajo en la dirección de actores, con el foco principal en el dúo protagonista, la labor de François Cluzet,(veterano actor de teatro de corte clásico) encarnando a Phillippe, en un ejercicio de contención, y el mérito en la dificultad de expresar tanto con tanta limitación y por supuesto Omar Sy (showman y actor televisivo, que arrebató el Cesar a Jean Dujardin) como el irreverente y honesto Driss, mostrando una interpretación intuitiva, dejando lugar para la improvisación.

El “face à face” entre asistente y asistido, construye el pilar básico sobre el que se acomoda el film y lejos de ofrecernos una interpretación al uso, los actores se dejan llevar y regalando escenas que fluyen de manera natural, como si realmente estuvieran viviendo las situaciones de sus respectivos personajes. El resto del reparto, no sobresale, ni destaca, contribuyendo a que la historia progrese sin perder de vista lo esencial.

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Toda una terapia sin complejos pero sin excesos

El film triunfa en varios aspectos: Un eficaz guión que no pierde nunca el norte, la excelente banda sonora, desde los temas más funky’s (Earth, Wind and Fire) como los compuestos por el maestro Loduvico Einaudi acompañan el metraje de manera exquisita. Su acertada visión en la conexión de las realidades humanas, que a pesar de que toca situaciones extremas, siempre aparece el sentido del humor para imponerse, con un prisma completamente desacomplejado, llegando a conmover huyendo de lo lacrimógeno.

Los realizadores Olivier Nakache y Eric Toledano saben manejar conceptos vitales fundamentales de manera muy inteligente, que hacen a la película muy cercana y familiar. Cine social más aproximado a un producto puramente “Hollywoodiense” (‘Pretty Woman’, ‘Paseando a Miss Daisy’) que de origen francés, dejándonos caer moralejas tipo: “todos tenemos a quién cuidar” y “por muy diferentes y distanciados que estemos, siempre tenemos algo que aprender de los demás”.

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Conclusiones finales

La cinta reivindica a la Francia de los barrios bajos y se confronta y burla sin rubor de su corriente más intelectual, artística pero también pedante y snob. Sin embargo no está libre de pecado, quizás frivoliza demasiado, y no profundiza en el drama social (que toca de manera superficial), y aunque se le agradece el esfuerzo por no aburrir, da la sensación que por momentos no quiere arriesgar más de lo necesario, siendo excesivamente amable, abusando de situaciones cómicas y dando al público lo que le pide (la sonrisa fácil), a costa de un efectismo que le hace perder veracidad.

En definitiva, ‘Intocable’ es un film que utiliza el humor de manera terapéutica, se ríe y des-dramatiza de múltiples miedos que atenazan a la sociedad moderna, colocando lo humano en el centro de todo, y sobretodo la clara apuesta por un mensaje optimista (vivir con dignidad), degustado sin manías por un espectador al que no compromete, ni deja cargo de conciencia.

 

Mi puntuación: 7

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6 comentarios sobre «Intocable. Opinión»

  1. no la he visto mas leyendote me ha dado gana dices dos ambientes diferentes se complementan yo creo que uno esta cantao es la pobreza o la raza de color que no se el porque pues somos humanos todos y nos morimos igual bueno se diria el otro en que lo entiendo yo no doy carrito pero doy algo siempre asi para el que da sano es discriminacion tambien ante el enfermo no tiene fuerza no puede beber y sin eso que guerga das si ni andas puedes y te cansas y beber nada eres un toston total debe estar desde ese punto buenisima uno relegado por lo blanco por su color y estatud social y el otro relegado por ser toston la gente quiere risas no limpiar ni ayudar y en eso somos todos egoistas los ricos y los pobres

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