‘Un profeta’. Opinión

Un profeta

Es fácil caer en los tópicos dentro del cine carcelario. Muchas son las obras que muestran la desdicha de unos presos que a menudo no son culpables, el injusto y abusivo sistema penitenciario, la solidaridad casi de fábula entre presos… A pesar de contener varias constantes del género, ‘Un profeta’ anda muy lejos de ser la típica película carcelaria, yendo mucho más allá y siendo –creemos- bastante naturalista dentro de lo que permite el propio lenguaje cinematográfico.

Engancharse a ‘Un profeta’ no cuesta, a pesar de sus casi dos horas y media de metraje, pues su ritmo es intenso y tendremos momentos tensos, de drama, acción sin artificios y buenos diálogos. Desde el principio seguimos los pasos de Malik, un joven que entra en prisión con tan sólo 19 años tras haber pasado su vida entre correccionales y orfanatos. Malik es el clásico personaje que en otra película sería objeto de burla y abuso y que quizás, acabaría siendo el héroe, demostrando un gran espíritu de superación.

 

Tahar Rahim

Pero esto no pasa en ‘Un profeta’. Aquí el protagonista no es ningún santo, y la película nos lo deja bien claro. Puede que entre siendo “inocente”, pero ‘Un profeta’ muestra como la cárcel te pervierte, te embrutece, y es que ese es el precio que tienes que pagar para sobrevivir. A lo largo del metraje veremos que dentro de la cárcel no hay buenos ni malos, que los que parecían tus aliados pueden ser unos auténticos cabrones, y es que es imposible redimirse, siempre habrá algo que te haga caer, de nuevo, en la espiral de crimen.

En todo este relato juega un papel fundamental la buena interpretación del casi debutante Tahar Rahim, impecable en su encarnación de Malik. Con sus gestos, su mirada y sus palabras somos partícipes de su evolución: de casi niño metido en una cárcel de hombres a hombre hecho y derecho que tiene muy claro lo que tiene que hacer.

Sin duda, Malik es un personaje muy icónico, que no sabemos si pasará a la historia del cine como Tony Montana, pero tiene suficientes méritos para ello. Los secundarios están a la altura, destacando a Niels Arestrup como el capo corso que será el padrino de Malik, un personaje con muchísimos matices, y no es el único con profundidad.

 

Tahar Rahim y Niels Arestrup

Una cinta carcelaria cruda y sin tópicos

El tono de ‘Un profeta’ es en todo momento realista, si exceptuamos ciertas secuencias que no citaremos para no desvelar el argumento, pero que no desentonan nada pues representan los remordimientos de Malik, la pequeña voz de la conciencia que aún le queda en su interior, aunque veremos que poco a poco se desvanece. Este tono realista es la antítesis del cine de mafias a la Scorsese. Aquí no hay glamour, la visión del crimen no está idealizada, no hay espacio para ponerse del lado del protagonista, pues su código de honor es el que le conviene a él y poco más.

A pesar de eso, la película no cae en el alegato anti-carcelario, en el mensaje de que la cárcel no re-inserta, pues estos “malos”, los protagonistas del relato, a pesar de cometer mil crímenes, siempre triunfan. Así ‘Un profeta’ podría ser un retrato del mal de nuestros días, una historia sobre las rivalidades entre nacionalidades o clanes en un terreno hostil, o un cuento sobre la clase de triunfadores que no son ejemplos positivos. Podemos interpretar ‘Un profeta’ como queramos y de todas las formas la disfrutaremos.

Y es que ‘Un profeta’ es un espectáculo gozoso de ver –Jacques Audiard hace buen uso de la narrativa y el lenguaje-, a la par que incómodo, y ya no sólo por la violencia explícita que se muestra en ciertos momentos o por su tono crudo en general, sino por su mensaje profundamente desesperanzador… o no, al fin y al cabo el héroe se acabará saliendo con la suya.

 

Tahar Rahim

 

Mi puntuación: 8.5

 

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